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Bajo las puertas del Paraíso – The Florida Project (Sean Baker, 2018) – #FueraDeLista

———————–ESTE POST CONTIENE SPOILERS DE THE FLORIDA PROJECT (SEAN BAKER, 2018)———————–

Como si hubieran sido expulsados del Jardín del Edén, decenas de familias sobreviven en los moteles alrededor de Disney World.

No es casualidad que utilice elementos mitológicos a la hora de hablar de una película tan atada a la realidad como es The Florida Project (Sean Baker, 2018). Y es que, al fin y al cabo, la esencia de la cinta no deja de ser un caso de rebelión contra lo divino; una afrenta a unos inhumanos dioses de orejas de ratón bajo los que tienen que vivir cientos de familias que ya se han dado por vencidos en pensar que algún día esas puertas se abrirán y que están más preocupados por poder pagar el alquiler de esa semana.

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The Florida Project nos pone en la piel de Moonee (Brooklynn Kimberly Prince), una niña de seis años quien, a través de su inocente mirada, nos descubre el realismo mágico de este hotel rosa chicle, descubriéndonos un mundo al límite de la implosión constante por medio de la relación con su madre Halley (Bria Vinaite, que en mi opinión es la gran olvidada de la época de premios), una joven de pocos recursos que se ve encerrada en una lucha constante por ser feliz al menos un día más, con los otros niños de la zona y con los turistas que intentan evitar cruzar cerca de estos locales de segunda en su camino hasta Disney World.

Pero mientras que los adultos parecen admitir su lugar en ese triste mundo, más preocupados por su día a día, Moonee se resigna a no ser feliz. Junto a sus amigos y su madre, acaba disfrutando de un verano que parece durar para siempre, pero que, como cada verano, tiene los días contados. Y es que esa es una amenaza constante durante todo el film, y poco a poco le vemos cobrarse sus propias víctimas. Y esto es lo que acaba llevándonos a la última escena de la película; tras ser echada de su hogar y perder a casi todos sus amigos, las autoridades llegan para apartar a Moonee de Halley y llevársela a otro hogar. Sin embargo, ésta logra escapar hacia casa de su amiga Jancey (Valeria Cotto). Entre lágrimas, Moonee parece haberse roto; parece haber caído en la misma tristeza que acompaña a todos los adultos que le rodean. Moonee ha crecido. Sin embargo, Jancey está dispuesta a evitarlo, agarrando de su mano a una amiga que no puede dejar de llorar y llevándole a la carrera a colarse en Disney World, disfrutando de ese paraíso que para ellas está prohibido.

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Y con las chicas en la Tierra Prometida acaba la película.

Como si de un joven Prometeo dispuesto a robar el fuego de los dioses se tratara, Moonee y Jancey son dos rebeldes ante unos dioses modernos que poco tienen que envidiar en crueldad a los antiguos, y Mickey Mouse ya es tan temible como el mismo Zeus. Pero el verdadero fin de su viaje no ha llegado, y tenemos en The Florida Project una de las variantes más dolorosas del final feliz; un feliz de momento. Están en Disney World, donde nunca pensaron que le dejarían entrar, pero al salir de allí Moonee sabe que lo que le espera es, probablemente, su último día de inocencia. No tendrá a su madre a su lado, no tendrá a Jancey junto a ella y, probablemente, ande lejos del hotel rosa chicle que durante tanto tiempo ha sido su hogar.

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Durante una de las escenas de la película, Jancey y Moonee ven un arcoíris que atraviesa los ruinosos edificios y malgastadas fachadas que le rodean. Creo que un arcoíris es la metáfora perfecta para los personajes de The Florida Project: algo superficialmente bonito o, al menos, llamativo, pero cuya belleza no es más que una ilusión que esconde su terrible existencia y su aún menos halagador futuro. Como si estuvieran encerrados a campo abierto, desde Halley hasta Bobby (Willem Dafoe), el encargado del hotel en el que vive Moonee con su madre, todos quedan presos de la luz de Florida y el color de todo los que les rodea, creando una cárcel pop de la que ninguno espera escapar, sino sobrevivir un día más.

Si hay un poder en el realismo mágico, es que, bien llevado, es un género que es capaz de transformar en divino lo cotidiano. En este caso, casi se puede trasladar al realismo más crudo, convirtiendo, si pudiera darse ese efecto, a The Florida Project en una muestra de hiperrealismo mágico. La realidad más cruda convive con la fantasía más viva hasta el punto de que llega a derruirla por completo, quedando solo los cimientos de lo que antaño fuera un cuento de hadas.

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Pero en esa dureza y esa erosión está su encanto.

“I can always tell when adults are about to cry”. Moonee, conmigo has acertado.

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2 respuestas a «Bajo las puertas del Paraíso – The Florida Project (Sean Baker, 2018) – #FueraDeLista»

[…] The Florida Project (Sean Baker, 2017) es la gran olvidada de los Oscars de esta edición. Que Bria Vinaite no esté en mejor actriz secundaria parece un crimen, por lo que Dafoe es la mejor forma de compensarlo. Y, aunque está en una categoría muy compleja, su actuación en la cinta de Baker quizás no sea tan grande como la de Rockwell, pero sin duda en su contención está su valor. […]

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[…] En su momento ya hablé de The Florida Project. Dichos sentimientos siguen vigentes, y es que estamos ante la que, en mi opinión, fue la gran olvidada de los Oscars. Una cinta demasiado humana para la Academia, que solo vio recompensado con una nominación a mejor secundario para un Willem Dafoe que, por otra parte, está magnífico. Quizás que el año anterior hubieran galardonado a Moonlight (Barry Jenkins, 2017), otra cinta pequeña y personal, no ayudó a sus opciones en los premios. […]

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