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EXPRESS SEFF 2019

Diario SEFF Día 4- ‘A Tale of Three Sisters’, ‘That Which Does Not Kill’, ‘Bird Talk’ y ‘El Monstruo de St. Pauli’ – #Seff19

¡Bienvenidos a nuestro repaso al Festival de Cine Europeo de Sevilla! Cruzamos el ecuador del festival, y creo que no exagero cuando digo que por el momento estoy ante el que relativamente es la mejor experiencia cinematográfica que he tenido en el festival de la ciudad hispalense. Lo cual, estando justo a la mitad del festival, hace que tenga bastante miedo de que a partir de ahora el resto de las películas se me hagan cuesta arriba.

Pero dejemos los miedos a un lado y vamos a lo que importa: el cuarto día de festival, donde nos encontramos un repugnante asesino, un documental conmovedor, tres hermanas y el hijo de un genio que quizás sea otro y no lo sabe.

A Tale Of Three Sisters (Kiz Kardesler, Emin Alper, Turquía)

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No es la primera vez de Alper en el festival hispalense, ya que hace unos años tuve la suerte de encontrarme con Frenzy (Emin Alper, 2015), un pequeño drama entre hermanos en un pueblo turco con tintes de thriller que resultaba muy interesante. Alper repite entorno aislado, pueblo turco y tono en A Tale Of Three Sisters y, sin embargo, la diferencia de calidad es considerable.

Hay una teoría de la que suelo hablar bastante en conversaciones sobre cine, y es la de la existencia de películas que son «tragedia por la tragedia». Películas que existen con una intención tan fuerte de involucrar al espectador en su drama que pasan la linea de la credibilidad, haciendo que los golpes que asestan al público dejen de ser efectivos. A Tale Of Three Sisters entraría en esa categoría. Y es que su drama familiar podría funcionar perfectamente si no fuera porque quiere que sea tanto el drama que acaba sacando al espectador de su historia. Y es que su historia funciona mucho mejor cuando se dedica al naturalismo, ya sea con las escenas de las tres hermanas compartiendo cabaña o la de los pastores y el médico emborrachándose en el saliente de una montaña. Cuanto más pequeña y personal es mejor funciona, pero acaba rechazando todo eso para golpear con tragedia tras tragedia de forma casi injustificada y, muchas veces, de la nada más absoluta.

De lo más flojo que he tenido la suerte de ver en este festival. Y teniendo en cuenta otras ediciones, considero esto un golpe de suerte.

That Which Does Not Kill (Sans Frapper, Alexe Poukine, Bélgica y Francia)

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¿Hay cierta línea que trazar entre documentales y reportajes?

Que conste que no quiero restar valor a That Which Does Not Kill (Alexe Poukine) y mucho menos a las historias que cuenta. La narración de un relato de una víctima de violación hace reaccionar a distintas personas que han sufrido casos similares de formas dispares, haciéndoles revivir su dolor. La idea es interesante, y el tema es muy importante. Muchos de los relatos pueden ser conmovedores y algunos golpear al pecho del espectador de forma directa.

Pero su simpleza formal acaba haciendo que tenga poco valor «cinematográfico», por llamarlo de algún modo. Su valor reside más en el apartado divulgativo o informativo, lo cual, por supuesto, tiene un lugar reservado en el celuloide, pero acaba haciendo que resalte más bien poco entre la numerosa cantidad de propuestas que abarcan una experiencia similar. Al fin y al cabo, solo son bustos parlantes contando su historia, por lo que quien sabe si tendría un lugar más útil en algún tipo de contenido transmedia o incluso en la televisión.

Bird Talk (Mowa Ptakòv, Xawery Zulawski, Polonia)

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No sé si Bird Talk es la mejor película del festival. Seguramente no lo sea, e incluso llamarlo película es un poco arriesgado. Y a pesar de ello, puede ser de las mejores experiencias que he tenido este año en una sala de cine.

Aprovechando un guion antiguo de su padre, la leyenda Andrej Zulawski, Xawery presenta un experimento cinematográfico que toca desde el valor del cine como arma política, a su valor artístico y la relación de las nuevas generaciones con este. Por supuesto, habla de muchos más temas, como el auge de la ultraderecha en Polonia, la brecha generacional, el acoso sexual y múltiples otras temáticas de interés. Y, sin embargo, su discurso sobre el cine parece el más interesante.

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En twitter comparé Bird Talk con un mono con una escopeta, y creo que es lo más acertado que he dicho en toda mi cobertura del festival. Es ruidosa, frenética, divertida por momentos y por otras exasperante. Caótica, irrefrenable, acelerada, grotesca y, en cierto sentido, digno de admirar. Pero cuando el mono alcanza el gatillo, cualquier cosa puede pasar. Lo mismo el disparo acaba en la pared que igual acaba con la vida de todos sus rehenes.

Me costaría tener que resumir qué pasa en Bird Talk, pero tengo claro, entre otras cosas, donde reside su valor. Estamos ante la muestra más real del cine sobre cine, haciendo que su propia estructura (si es que tiene) y su devaneo sean parte fundamental de las ideas que intenta transmitir, y donde la historia pasa a un segundo plano para generar sensaciones, ideas y juegos. Porque es lo que hace Zulawski: jugar con una cámara. Jugar con un guion. Jugar con él mismo, con sus recuerdos, con la filmografía de su padre y con el país que le vio nacer.

Una experiencia reveladora de la que me gustaría hablar con más profundidad en un futuro.

El Monstruo de St. Pauli (Der goldene Handschuh, Fatih Akin, Alemania)

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Pocas veces he utilizado el adjetivo repugnante para hablar bien de algo. Supongo que esta es una de esas veces.

El Monstruo de St. Pauli cuenta la historia de Fritz Honka (Jonas Dassler), un alcohólico desquiciado de Hamburgo que combina la bebida con hacer un infierno de todo aquel que le rodea, el sexo con las pocas mujeres que tienen interés en su deforme rostro (o el alcohol que les provee) y, por supuesto, el asesinato. Más bien unas cosas llevan a las otras. Y aunque haga un amago de redención del personaje protagonista, la cinta no parece tener tanto interés en mostrar a la persona detrás de los asesinatos como en mostrar lo terrible, grotesco y patético de sus actos.

Si tuviera que definir El Monstruo de St. Pauli de alguna forma, sería como The House That Jack Builts (Lars Von Trier, 2018) mezclada con Torrente: El Brazo Tonto de la Ley (Santiago Segura, 1998). Tiene la crueldad de una mezclado con el patetismo y lo desagradable de la otra. Y aunque funciona, es cierto que en la comparación sale perdiendo con la película del danés. Creo que una buena muestra de ello es que, ante dos salas llenas, el público acabó saliendo escandalizado de la película de Trier mientras que en la de Akin no solo nadie abandonó la sala, sino que las muestras de violencia eran respondidas con carcajadas. Incluso más de uno se sorprendió (yo incluido) al descubrir que era un caso real, porque el relato era tan caricaturesco que ni siquiera nos podíamos plantear que algo así existió.

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